Instituto de Formacion Docente Nº129

Provincia de Buenos Aires Dirección General de Cultura y Educación
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martes, 28 de diciembre de 2010

Reflexión
Toda reflexión implica un adentrarse en su propia mismidad, es decir, la reflexión como la conciencia que vuelve sobre sí, para luego volver a la realidad.
Esta es nuestra tarea como autores sociales, que implica una transformación en la realidad, transformación que involucra una actividad, no desde una acción propiamente dicha, sino más bien, desde una acción del lado de lo intelectual, del lado de la educación.
Mediante esta reflexión pude ver que la enseñanza de la filosofía implica un discurrir, pero este discurrir no es entendido a la manera de un sujeto solitario encerrado en sí mismo con su propio conocimiento, cuya finalidad no es más que llegar a desvelar la verdad o parte de la misma, sino más bien, este discurrir implica la apertura a la otredad, es decir, del otro, como sujeto que participa de esa misma verdad. Por lo tanto, este discurrir envuelve la noción de dialéctica, es decir, un diálogo mutuo entre el docente y el alumno.
Es aquí donde vemos que el lugar del docente no es el lugar del portador de la verdad, sino, que el docente se involucra juntamente con el alumno en esa búsquedad de la misma.
Ahora bien, eso no significa que se pierda la asimetría entre el docente y el alumno, lo que se ve es que el conocimiento que posee el docente demarca un cierto límite de respeto frente al alumno, por otro lado, es necesario esa asimetría, es necesario que exista esa idea de maestro y discípulo, es necesario en tanto que discípulo pueda ser mejor que el maestro, en cambio si los dos fueran iguales, ninguno tendría que superar a nadie y por lo tanto, caeríamos en la mera ignorancia.
Por otro lado, el respeto que el alumno tiene sobre el docente se da no sólo en la persona del mismo, sino, el respeto parte del conocimiento mismo, es decir, el conocimiento hace que el alumno te respete, te respete configurándote como aquel que tiene algo para decirle, pero no un decir vulgar inmerso en el lenguaje de la cotidianidad, sino un decir que desvela parte de la verdad, tal como lo establece Heidegger en el Ser y Tiempo:
"El ser verdad del logos como verdadero quiere decir: en el logos como apofánsis, sacar de su ocultamiento al ente de que se habla y permitir verlo, descubrirlo, como no-oculto".

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